Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, Y me salvará tu diestra. -Salmo 138:7
Mario E. Fumero
En nuestro caminar día a día, podemos tropezar con situaciones que nos entristecen y amedrentan, haciéndonos pesado el camino en nuestra vida de fe. A veces viene circunstancias tan inesperadas y difíciles, que nos dejan sin aliento, abriéndose paso a la confusión en nuestra mente. Al no entender lo que sucede, nos desanimamos y nos preguntamos: ¿Dónde está Dios? Él siempre está a nuestro lado, aunque no lo veamos, aunque no sintamos su presencia. Nuestro Dios siempre está peleando con nosotros en todas las batallas.
La Biblia declara que el diablo es nuestro enemigo, y se nos opone, trayendo todo tipo de adversidad para hacernos flaquear y desistir de nuestra fe. Él levanta personas para que traigan falsas acusaciones, o se oponga a todo lo que hagamos para Dios, cerrando puertas. También trae enfermedades, contiendas, peleas, enemistades, aflicciones, y tratara abiertamente de destruir la familia, y hacer estragos en las finanzas.
El salmista David declara que; Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento (Salmo 23:4), con-siente de todas las dificultades que hay que enfrentar, no obstante, también manifiesta con exactitud que, en medio de toda aflicción, el Señor nos vivificará, dándonos nuevas fuerzas con su vara y cayado, para seguir adelante. Él confíadamente declara que, en medio de todo el tumulto de problemas que pudieran venir, extendería su mano contra la furia del enemigo para salvarlo.
Como el salmista declara en medio de su aflicción su confianza en el Señor, tú debes permitirle al Espíritu Santo que te vivifique, dándote nuevas fuerzas para la batalla, e identifica al enemigo, y ponle un alto en el Nombre de Jesús. La palabra nos dice que si resistimos al diablo, huirá de nosotros. Santiago 4:7. No importa lo que estés pasando en tu vida, alza tus ojos al cielo, y declara acción de gracia por tu victoria, aún en medio de la batalla, porque ciertamente el peleara por ti, y afirma tu fe, como Job en medio de su aflicción al declarar; Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; (Job 19:25-26).