Mario E. Fumero
Cuando hablamos de soberanía, estamos proclamando que no dependemos de nadie, que podemos actuar sin estar sujetos a otros, ya sean personas o intereses. El diccionario define soberanía como la independencia de cualquier Estado para crear sus leyes y controlar sus recursos, sin la coerción de otros Estados, en otras palabras, no dependemos de nadie.
Sin embargo, para ser verdaderamente soberano tenemos que aprender la primera regla de la soberanía la cual consiste en ser independientes, es decir tener una libertad económica de una dimensión tal, que podamos tranquilamente dormir, sabiendo que cumplimos el consejo del apóstol San Pablo cuando dijo:
no debáis a nadie nada Romanos 13:8
Porque el que debe es esclavo del acreedor.
Cuando una persona o estado gasta más de lo que tiene o puede, y pide prestado, abusando del crédito fácil, automáticamente queda atrapado en su autonomía y pierde su soberanía. Tristemente el dinero es el arma por la cual los seres humanos son atrapados, atados y seducidos por Satanás para vivir esclavizados, y no cabe duda que el deudor vive atado al acreedor, (1 Timoteo 6:10) pero en nuestro mundo, el camino más fácil para obtener lo que quiero, o resolver los problemas, no es la austeridad ni la planificación económica, sino el acudir al crédito y al endeudamiento, que se vuelve una trampa diabólica.
Una de las primeras lecciones que tenemos que aprender como personas y como nación es adaptarnos a nuestra realidad y vivir coherente y de acuerdo a lo que tenemos, no cayendo en la tentación de fabricar una prosperidad ficticia a bases de préstamos y créditos, porque tal apariencia es falsa, porque con el tiempo trae consecuencias funestas a los que en ella son atrapados.
En la realidad cuando un país resuelve sus problemas pidiendo préstamos, comete el grave error de endeudar a las generaciones futuras, y queriendo progresar, hace que el país retroceda, porque llegará el momento en que lo que produce (PIB) no puede satisfacer las deudas que ha contraído, y entonces se vuelven esclavos de los acreedor, y en el caso de las naciones pobres, serán esclavas de las potencias y los organismos internacionales, que les manipularán para obligarles a hacer y aceptar cosas que van contra sus principios, cultura o tradiciones, y además les obligarán a devaluar su moneda, empobreciendo a todo el pueblo, principalmente a los más pobres.
Cuando hablamos del endeudamiento de las personas, ocurre algo parecido al estado, pero es mucho más terrible, porque toda persona que te presta o te da crédito, primero verifica que hacer en caso de que no pagues, y puedes perder tu casa, y todo aquello que tiene valor, ya que sobre lo mismo ellos garantizaron tu crédito, porque al fin y al cabo, los bancos o prestamistas nunca pierden. Es ahí cuando la figura del embargo te puede llevar a la quiebra y terminas en la calle.
Cuando el endeudado es un Estado o Nación, aunque no le pueden embargar todas sus propiedades, sin embargo, el país será sojuzgando a y sometido a los caprichos de los poderes internacionales, y este adeudamiento se reflejara en el aumento de la pobreza, porque el país no podrá invertir en sí mismo, sino que todos sus recursos (el PIB) serán usados para pagar la deuda externa, y entonces, escasearán las medicinas, la comida, y a la larga, el adeudamiento de una nación lo pagara la clase media, que se hará pobre, y la clase pobre será miserable.
En el tiempo moderno no existe la esclavitud de personas compradas para hacerlas esclavas, pero si hay otro tipo de esclavitud que es peor, que consiste en hacernos esclavos del prestamista, y si fuera un Estado o gobierno, se hace esclavo de los organismos internacionales y de las grandes potencias, por lo que pierde su soberanía y el país entra al club de los miserables, reinando otra esclavitud, la del hambre, la corrupción y la explotación moderna, que es mucho peor que la esclavitud medieval.
Como consejo final, no trate de vivir más allá de lo que tiene y de lo que puede. Adáptate a lo que puedes. No aceptes la tentación de comprar hoy para pagar mañana, y no dormír después. Sigamos el sabio consejo del apóstol San Pablo cuando en una de sus epístolas firmó:
Así que, teniendo sustento y a abrigo, estemos contentos con esto
1 Timoteo 6:8.
No caigamos en la trampa del consumismo, ni del crédito fácil. Debemos ser coherentes de la realidad de hoy, y vivamos de forma tal, que no seamos esclavos de nadie, porque la verdadera felicidad no es tener bienes, sino vivir en paz y tranquilidad con lo que tenemos, Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentación y lazo, y en muchas codicias locas y dañosas, que hunden á los hombres en perdición y muerte. 1 Timoteo 6:9