La separación entre lo malo y lo bueno, entre la luz y las tinieblas, entre lo justo e injusto, es algo de mucha importancia para Dios. Dios mismo ha delimitado sus fronteras. No obstante a muchos no le importa que el Señor haya marcado los límites de separación; y continúan cruzando ilegalmente la frontera que existe entre santidad y justicia de Dios, y la corrupción e impiedad del mundo incrédulo.
Los púlpitos de gran cantidad de iglesias son utilizados para exponer las proclamas de los "profetas sociales", y las bondades de la falsa psicología. El sacro lugar que tiempo atrás servía para predicar el evangelio de Cristo, ha sido convertido en una plataforma para presentar la política de este mundo y sus personajes, algunos con apariencia de espiritualidad; quienes con sus discursos presionan a los creyentes a que depongan cualquier actitud considerada "negativa", que se trabaje para lograr una sociedad más "incluyente", y se evite toda confrontación con lo que atenta a la estabilidad de la sociedad, aceptando cualquier modo de vida( como la homosexualidad ) en pro de "la justicia o la paz social".
Hasta conocidos predicadores claman para que nos unamos en un solo grupo y dejemos atrás "la controversia, la discriminación, el divisionismo". Porque para algunos, la controversia pone a descubierto sus hechos, y lo que llaman discriminación, no es mas que una treta para que se acepte aquello que Dios aborrece, aduciendo que Dios es comprensivo y no va a juzgar mal a quienes procuren avanzar a un supuesto bienestar común, aunque eso signifique sacrificar la cordura, la sensatez, la sana doctrina bíblica, cediendo ante los postulados humanos y sus pasiones.
En la superficie todo esto parece bonito, pero si sondeamos el fondo de este estanque de modernismo, encontraremos un oscuro, insalubre y viscoso sedimento de confusión y contradicción a las palabras de Jesús. La Palabra profética llama así a todo verdadero cristiano:
Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor; y no toquéis lo inmundo, y yo os recibiré. (2 de Corintios 6:17)
Pero vemos con tristeza y decepción, que bastantes pastores y ministros se han rendido y depuesto sus armas, aflojando la firmeza de la doctrina; para así alcanzar popularidad y aceptación, y ser bien recibidos por los enemigos del evangelio de Cristo. Ellos son los "Demas" modernos, quienes al igual que el personaje mencionado en 2 de Timoteo 4:10 abandonan la verdad de la Palabra Escrita de Dios, para hallar acomodo en el sistema ateo y anticristiano que es el presente mundo malo.
El genuino cristiano que conoce las Escrituras, no debe tener ningún acercamiento, diálogo, ni mucho menos hermandad con grupos que se hacen llamar "iglesia", que no viven conforme a las Escrituras.